
2018-6-18 | Revista New Roads de Chevy
La rapidez y la audacia
Hay un lugar en el sudoeste de Estados Unidos donde el sonido de los motores V8 de Corvette retumba en las montañas, resuena en el desierto y te sacude el alma.
Las Vegas hacia el este. Valle de la Muerte hacia el oeste. Pahrump, Nevada concretamente en el medio. Aquí prácticamente todo vale. En la Escuela de Manejo Deportivo Oficial de Corvette, las cosas suceden bastante rápido.
Si esta hubiese sido una escapada de fin de semana común, estaría rememorando los espectaculares atardeceres, los sorprendentes amaneceres y la belleza increíble de Mount Charleston. Le contaría a mis amigos del vecindario sobre los servicios: piscina, un lago artificial de cinco acres y un condominio de lujo estilo loft. Spring Mountain Motor Resort ofrece todo eso y más. Pero aquí los condos de lujo están al lado de la pista. Y hay un polígono de tiro. Bienvenido a Nevada.
Organizada en el lugar en Spring Mountain, la Ron Fellows Performance Driving School, la Escuela de Manejo Deportivo Oficial de Corvette, les da a los propietarios de Corvette y a todos los propietarios de Chevy, en realidad, la oportunidad de aprender a conducir sus autos de la manera para la que fueron diseñados: con rapidez y precisión, en una pista construida para autos deportivos. Es verdad que Spring Mountain es un club de campo, pero vi correr un Corvette muy bien ajustado por sus calles, a velocidades que harían desmayar a cualquier madre. No te preocupes, los cascos de mamá son obligatorios.
El sonido del rugir de los motores me conmueve, me emociona. Un antiguo corredor de NASCAR convertido en instructor de manejo profesional se ubica al volante de un Corvette Z06, uno entre más de 100 que hay en Spring Mountain. Ni siquiera nos movemos, el auto está en punto muerto y ya siento que una de mis palmas suda alrededor de la lapicera (pensé que podría tomar notas), mientra que la otra mano toma con fuerza la manija del auto del acompañante. ¿Es posible que un auto genere tanta adrenalina... estacionado?
Pregunta a cualquiera de los instructores y te dirán que el solo hecho de tener las llaves de un Vette no necesariamente significa que sepas lo que estás haciendo. Chevrolet lo sabe. Y los conductores inteligentes y apasionados también.
Esta primavera, algo más de veinte propietarios de Corvette de todo el país pasaron dos días aprendiendo a sincronizar el rugido de cuatro ruedas, 19 computadoras de última generación y un motor V8 de 650 HP.
El primer día en el aula se trata íntegramente sobre controlar el auto, especialmente en lo relacionado con las curvas y las frenadas. El día dos uno sale a la pista y afina sus técnicas en curvas, para acelerar y frenar en la realidad.
Un par de amigos de Kentucky, Bill Neal, de 60 años y Sam Pantano de 66, se conocieron en la pista hace 13 años, y viajan juntos a pistas de carreras en toda la región del medio oeste. Neal compró su primer Corvette en 1985 y desde entonces tuvo nueve, el último un Z06 de 2017. "Supe que siempre sería leal a Corvette los primeros cinco minutos que conduje el primero", dice. Pantano dice que la primera vez que fue a una pista sin experiencia alguna en autos deportivos, su Z06 de 2006 superó los tiempos de todos los demás. "Obviamente quiero mejorar al volante", dice. "Pero ahí parecía que era el rey de las carreteras".
Ir de cero a 60 MPH en tres segundos genera fuerzas de gravedad que solo alcanzan las montañas ruzas y los motores de aviones. Es una adrenalina que puede llegar a ser adictiva. En el primer segundo me descubro sonriendo como un niño que corre en su bicicleta cuesta abajo en una colina demasiado empinada para ser segura. A los dos segundos desaparece la lapicera. A los tres segundos volamos. O al menos eso es lo que recuerdo.
No es que la fuerza me empuja, pero la rapidez de la línea me ubica en la posición sentada perfecta. El asiento, una butaca hermosa con terminaciones en cuero que inspira confort y confianza, abraza mi espalda. Todos oímos hablar de la "adherencia al camino de las ruedas", pero por primer vez en mi vida realmente siento esa conexión táctil. El corredor pasa a una velocidad más alta, y el velocímetro trepa bastante más allá del límite legal en carreteras mientras nos aproximamos a una recta.

RON FELLOWS: EL PADRINO DE CORVETTE RACING
En el mundo de las carreras, el ícono del automovilismo Ron Fellows es sinónimo de Corvette. NASCAR, American Le Mans, SCCA-las corrió todas. Cuando se retiró como piloto de carreras después de la temporada 2008, el piloto canadiense dice que Chevrolet comenzó a tentarlo con tener un programa para propietarios de Corvette y el ZR1 de 6.º generación. La propuesta sonaba bien. "Si GM iba a fabricar el Corvette más potente hasta ahora, creían que debía incluir algún tipo de entrenamiento", dice Fellows. En pocos meses, Spring Mountains y Fellows se asociaron con Chevrolet. "Al terminar la escuela de dos días de duración, todos queremos lo mismo", dice. "Queremos garantizar que nuestros estudiantes se vayan con un conocimiento sólido de las capacidades del Corvette, y de las suyas".





La escuela ofrece vehículos Corvette sin ninguna modificación para que los estudiantes puedan transferir las habilidades adquiridas de manera idéntica a sus propios Corvette.
Josh Filsoof es un abogado de 25 años de Manhattan. Su novia, Marilyn Arias, de 21, lo acompañó en el viaje. El Corvette que acaba de comprar es un sueño cumplido. "Cuando tenía 10 años vi un Corvette y pensé 'tengo que tener uno'", dice. Estaba decidido. Filsoof se esforzó estudiando y se garantizó toda la carrera universitaria. "Pero durante todo ese tiempo además trabajé y ahorré", dice. "Finalmente lo logré y compré uno, y siempre quise aprender a conducir en pistas, así que supuse que esta escuela era una gran forma de lograrlo". Filsoof, quien se se enteró sobre la escuela para propietarios de Corvette a través del concesionario donde compró su auto, representa a la próxima generación de conductores de Corvette. Chevy esperaba poder atraer a conductores más jóvenes con el Grand Sport 2018, y eso es precisamente lo que sucedió. "Es mi bebé", dice. Arias se ve un poco celosa.
Es frecuente hablar de las cero a 60 MPH de un auto. Son unos pocos segundos llenos de adrenalina. Déjame contarte lo que sigue. Cuando uno se sienta unos pocos pies detrás de uno de los motores más potentes disponibles en el mercado de consumo, que puede alcanzar de 60 a 120 MPH inmediatamente como si se tratara de un auto de carreras, el tiempo se detiene. Se suspende en el aire. Puedes cortarlo, tocarlo. Aprendes sobre ti mismo y sobre tu relación con la velocidad. Comienzas a hacerte preguntas. ¿Quiero más? ¿Cuánto más puedo soportar? ¿De qué otra cosa es capaz este auto? ¿Qué es esta sensación nueva, esta tranquilidad que descubro en medio de esta aceleración sobrecogedora?
Ir rápido no es lo único para lo que fueron diseñados los Corvette. Lo que puede ser aun más impresionante que cualquier capacidad de pasar de cero a lo que sea, es su capacidad de reducir la velocidad de 130 MPH a 40 en tan solo el tiempo que llega tomar una curva de 90 grados. Comienzo al final de la recta, y el conductor hace un par de movimientos pequeños, ágiles, no forzados y baja las revoluciones, un giro suave del volante y el auto dobla en la curva, cambia completamente de lado su peso, antes de enderezarse en contra de todo lo que uno esperaría, y mira recto al camino serpenteante que se aproxima.
Aun a 30 MPH, dirigirse al camino serpenteante con media docena de curvas es una prueba para los nervios de cualquiera en cualquier auto inferior a un Corvette. Vamos a 60. Lo más sorprendente es que la velocidad es el control. No se siente como "conducir" simplemente. Conducir es lo que hacemos cuando vamos al trabajo o dejamos a los niños en la escuela. Esto es algo completamente diferente. Es una microaventura en una pista de carreras. Y hacerlo dos veces seguida es lo máximo que puedo soportar, no solo física sino también mentalmente.
Amigos de la escuela (de velocidad)
Los estudiantes de la escuela llegan allí para disfrutar la alegría de conducir un auto deportivo. Raymond Skowronski y su hijo Ray (imágenes uno y dos) se inscribieron juntos. Al igual que Josh Filsoof y su novia Marilyn Arias (imagen tres) y Patricia Thompson y su novio, Dan Gilbert (imágenes cinco y seis).
Raymond Skowronski, de 61 años, viajó a Pahrump con su hijo Ray de 21, amante de Corvette. La familia Skowronski es decididamente leal a Chevrolet. El Corvette es su última incorporación. El auto, así como la clase, fueron el regalo de cumpleaños de Raymond, quien ejerció como dentista en el área metropolitana de Detroit durante 30 años. A Raymond le encanta el auto. Pero Ray, su hijo, es el autoproclamado nerd de los Corvette. "Estoy totalmente obsesionado", dice. Papá dice que vino a aprender "de qué es capaz este auto". Su hijo dice: "tengo una idea bastante precisa de lo que es capaz de hacer, y vine a aprender qué soy capaz de hacer yo con él".
Patricia Thompson compró un hermoso Corvette Stingray el verano pasado e hizo el viaje desde Oregón a Spring Mountain para su cumppleaños número 59. Fue amable y dejó que su novio, Dan Gilbert, de 63 la acompañara. "A veces es tan amable de dejarme sentarme en el asiento del conductor", dice con una sonrisa. Thompson estuvo allí para mejorar sus habilidades. "Es un auto divertido e increíble", dice. "Pero también es un montón de auto". Amén.
Rick Malone es director de la Escuela de Manejo de Spring Mountain. Es experto en los matices de la tecnología Corvette a tal punto que le permite ofrecer a todos los conductores, desde novatos totales que acaban de comprar su primer Corvette hasta quienes ya tuvieron varios y tienen horas de pista en su haber, a comprender cómo conducir, girar, frenar y controlar la velocidad correctamente.
Todos los asistentes a la escuela para propietarios de Corvette de Ron Fellows reciben un certificado de asistencia y, para que pienses dónde puedes empezar, precisamente el 100 por ciento de los propietarios que pasan dos días sumergidos en el universo Corvette te dirán que se fueron sintiéndose conductores más inteligentes, veloces y seguros. La segunda prioridad después de desarrollar habilidades es mantener un ambiente alegre. En la escuela no existe ese ambiente competitivo que suele rodear al mundo de las carreras. En la escuela de Corvette de Ron Fellows, los tiempos de las vueltas no se divulgan, y se alientan los errores. Es como siempre dice Malone: "la vida es como una fotografía: se parte de un negativo".
Al final de la segunda vuelta a la pista, aflojo un poco la mano. Mi sonrisa no desaparece nunca. Ni las realidades fisiológicas de correr en una pista deportiva a velocidades increíbles, conducido por un corredor profesional, esas realidades que inducen la fuerza de gravedad, me quitan la sonrisa. Semanas después la sonrisa sigue aquí, y todavía puedo oír el rugir del motor V8 del Corvette contra las montañas, reverberando en el desierto y sacudiendo mi alma.
HISTORIA: TRAVIS WRIGHT/FOTOGRAFÍA: JOSEPH PUHY